TESTIMONIO
VIVO DE UN JOVEN SEMINARISTA
El pasado domingo, Carlos, estudiante de
1º en el Seminario Diocesano de Madrid, atrajo toda nuestra atención y ganó
nuestra simpatía cuando nos hablaba de su ¨cambio de rumbo¨, hacía poco que había
tomado una decisión muy importante, había decidido seguir la llamada de Jesús y
ordenarse sacerdote. Fue una plática corta, pero llena de entusiasmo y sinceridad
que nos hizo reír y hasta emocionarnos. Francamente, creo que todos los que asistimos a
la misa de las 12:30 en la Parroquia de Santa María de Dios, quedamos
cautivados por el breve relato de su vida.
Comenzó presentándose y explicando que venía
de una familia de clase media acomodada, media alta, aclaró, y vivía con sus
padres en Pozuelo de Alarcón, un lugar agradable y cómodo al noroeste de
Madrid. Desde allí se desplazaba a la Universidad donde estaba cursando 4º de
medicina. Su vida había transcurrido plácida y tranquila, sin sobresaltos
dignos de mención, bueno, lo típico de un joven de 24 años con muchos y buenos
amigos, y con algunas novias, si podía llamarse así, porque la verdad es que
los noviazgos no habían durado demasiado. No tuvo nunca problemas económicos,
dispuso siempre de lo suficiente para pasar buenos veranos que había
aprovechado, algunos de ellos, para disfrutar con sus amigos de viajes al
extranjero. Su familia no era religiosa y por tanto tampoco asistían a oficio
religioso alguno. Admitió que la única persona religiosa en la familia era su
abuela, pero como residía en Huesca la distancia había impedido una posible
influencia.
Todo marchaba normalmente hasta que en
uno de esos viajes decidieron ir a Calcuta, India, donde le cambio la vida. Le
encantó todo lo que vio, era tan distinto a lo nuestro, la gente, la cultura,
la ciudad, sus costumbres. Pero lo que más le llamó la atención fue que todos
los jóvenes con quien contactó eran muy religiosos y también practicantes.
Convivió con ellos algunos días y le impresionó de tal manera lo que veía que a
su vuelta a España le hizo reconsiderar y replantearse su vida. Habló con sus
padres, les explicó lo que le estaba sucediendo y les manifestó que quería ser
sacerdote. No fue fácil para ninguno, pero ahora está en el Seminario en primer
curso, claro, nos dijo, tengo que empezar por 1º porque es que no sabía ni
rezar y he tenido que comenzar estudiando el catecismo.
No sé lo que me deparará el futuro, continuó,
no sé lo que el Señor me tiene reservado, pero ahora soy feliz, estoy contento,
antes solo me gustaban las chicas guapas, ahora me enamoro hasta de las menos
agraciadas, las quiero a todas y a todos, soy feliz hablando con la gente y esa
felicidad tan plena que estoy experimentando me ha llegado porque he conocido a
Jesús, y estoy encantado de estar con vosotros contándooslo.
Terminó pidiendo un donativo para su
Seminario, donde no eran muchos los internos y con lo poco que aportaban era
muy difícil su mantenimiento. Estaba decidido a terminar allí sus estudios
religiosos.
Enternecedoras su franqueza, su
sencillez su sinceridad pero sobretodo su entusiasmo, determinación y
convencimiento de que ahora hacía lo que en realidad quería, servir a los demás
y llevar el nombre de Jesús, consigo, a todos lados.
JLMA
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