Para mi hacer
un voluntariado siempre es aprender, siempre es avanzar, pero este en especial
ha tocado mucho mi corazón, cuando me levanté a las seis de la mañana estaba
cansada pero tenía muchísimas ganas de llegar allí. Al llegar al comedor social
enseguida nos pusimos a trabajar con muchos más voluntarios, trabajaban con el
mismo o incluso más amor que cuando cocinan en casa, primero preparáramos unas
bolsas para que las personas que vienen a desayunar puedan aguantar el resto
del día.
Cortamos
carne, y cocinamos entre todos unos huevos revueltos que por cierto... les
encantaban. Por fin llego la hora de empezar a servir, hay gente de todo tipo,
humildes, egoístas, tristes, contentos, todos estaban ahí esperando un poquito
de atención y un desayuno caliente. Cuando servías en las mesas todas las
personas te preguntaban, conocí a bastante gente con una historia que contar,
mujeres con hijas que no saben donde están, migrantes sin trabajo, personas que
con el mísero sueldo del paro no llegaban, y hasta practiqué mi francés...
Cada vez iba
yéndose más gente y volvías a notar como el comedor se quedaba vacío pero era
diferente que al principio, se quedaba apagado, incluso en el coche de vuelta
hablábamos de que sentíamos una pequeña nostalgia dentro aun que solo
llevásemos allí un par de horas.
En este
voluntariado he aprendido mucho, he aprendido a valorar un poco mejor lo que
tengo y que hay gente con grandes problemas y grandes sonrisas, ha sido
realmente una suerte poder vivir esta experiencia, ojala todos pudieran vivirla
alguna vez en su vida y darse cuenta de que somos unos afortunados
P.B.
Nunca había
ido a un voluntariado de este tipo y la verdad que tenía muchas ganas de
conocerlo ya que a veces nos pensamos que los que no tienen algo de comer o
cualquier cosa está muy lejos. Sentí pena porque vi entrar a mucha gente con
una sonrisa que solo quería desayunar y estas calientes un rato y sentí
alegría porque poder verles disfrutar de
algo que no tienen y que te agradezcan el trabajo que has hecho por qué ellos
tengan comida es muy gratificante.
Me afecto en
el sentido que hay que valorar un poco más las cosas que tenemos y la suerte de
poder comer y tener un techo en el que dormir y dar las gracias por ello.
A.C.
El
voluntariado de la orden de malta para mí fue un impacto muy grande en el
sentido de ver a tanta gente pobre que no tienen recursos ni para comer y
conformarse con cualquier cosa que les diéramos. Me ha hecho reflexionar y dar
gracias con lo privilegiados que somos de tener un simple café caliente por la
mañana, aseo diariamente, que nos parece algo normal y cotidiano, techo donde
dormir y calefacción.
E.P-L.
Para mí la
experiencia de la orden de Malta fue preciosa, de los mejores voluntariados que
he hecho, me di cuenta muchísimas cosas, vimos personas de todas las edades,
nacionalidades y con miles de historias detrás, y aprendí a valorar muchísimo
más el tener un desayuno por las mañanas.
E.S.
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