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Orden de Malta. Enero 2019

Escrito por Josema el viernes, 1 de febrero de 2019 | 20:10


Para mi hacer un voluntariado siempre es aprender, siempre es avanzar, pero este en especial ha tocado mucho mi corazón, cuando me levanté a las seis de la mañana estaba cansada pero tenía muchísimas ganas de llegar allí. Al llegar al comedor social enseguida nos pusimos a trabajar con muchos más voluntarios, trabajaban con el mismo o incluso más amor que cuando cocinan en casa, primero preparáramos unas bolsas para que las personas que vienen a desayunar puedan aguantar el resto del día.
Cortamos carne, y cocinamos entre todos unos huevos revueltos que por cierto... les encantaban. Por fin llego la hora de empezar a servir, hay gente de todo tipo, humildes, egoístas, tristes, contentos, todos estaban ahí esperando un poquito de atención y un desayuno caliente. Cuando servías en las mesas todas las personas te preguntaban, conocí a bastante gente con una historia que contar, mujeres con hijas que no saben donde están, migrantes sin trabajo, personas que con el mísero sueldo del paro no llegaban, y hasta practiqué mi francés...
Cada vez iba yéndose más gente y volvías a notar como el comedor se quedaba vacío pero era diferente que al principio, se quedaba apagado, incluso en el coche de vuelta hablábamos de que sentíamos una pequeña nostalgia dentro aun que solo llevásemos allí un par de horas.
En este voluntariado he aprendido mucho, he aprendido a valorar un poco mejor lo que tengo y que hay gente con grandes problemas y grandes sonrisas, ha sido realmente una suerte poder vivir esta experiencia, ojala todos pudieran vivirla alguna vez en su vida y darse cuenta de que somos unos afortunados
P.B.
Nunca había ido a un voluntariado de este tipo y la verdad que tenía muchas ganas de conocerlo ya que a veces nos pensamos que los que no tienen algo de comer o cualquier cosa está muy lejos. Sentí pena porque vi entrar a mucha gente con una sonrisa que solo quería desayunar y estas calientes un rato y sentí alegría  porque poder verles disfrutar de algo que no tienen y que te agradezcan el trabajo que has hecho por qué ellos tengan comida es muy gratificante.
Me afecto en el sentido que hay que valorar un poco más las cosas que tenemos y la suerte de poder comer y tener un techo en el que dormir y dar las gracias por ello.
A.C.
El voluntariado de la orden de malta para mí fue un impacto muy grande en el sentido de ver a tanta gente pobre que no tienen recursos ni para comer y conformarse con cualquier cosa que les diéramos. Me ha hecho reflexionar y dar gracias con lo privilegiados que somos de tener un simple café caliente por la mañana, aseo diariamente, que nos parece algo normal y cotidiano, techo donde dormir y calefacción.
E.P-L.
Para mí la experiencia de la orden de Malta fue preciosa, de los mejores voluntariados que he hecho, me di cuenta muchísimas cosas, vimos personas de todas las edades, nacionalidades y con miles de historias detrás, y aprendí a valorar muchísimo más el tener un desayuno por las mañanas.
E.S.



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