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Escrito por Josema el martes, 4 de enero de 2022 | 5:37

Voluntariado en los Camilos

El pasado sábado fuimos un grupo de la parroquia a la residencia de los Camilos, un lugar que siempre he tenido relativamente cerca y que por desgracia nunca antes había ido.

Para mi ir a los Camilos fue como ir a la escuela de la vida y la lección que aprendí ese día no la voy a olvidar.

Me gustaría tocar 3 puntos sobre los que me hizo reflexionar, en primer lugar encontré una metáfora muy bonita entre las personas y las casas; cuando vemos un edificio por fuera tendemos a juzgar o intentar adivinar cómo es por dentro, cosa que también hacemos con las personas cuando creemos que podemos opinar sobre ellas antes de haber visto su interior. En el caso de los Camilos, yo pensé que por dentro sería una residencia triste, en la que predominara el gris.... Pero para mi sorpresa, por dentro es un lugar realmente bonito, lleno de colores, adornos, habitaciones decoradas y ambientadas, lleno de detalles, todo limpio y súper cuidado, etc.

Por otro lado entendí por primera vez lo que significa invitar a alguien a tu casa; cuando abres a alguien las puertas de tu hogar le estas enseñando una parte de ti, le estás queriendo transmitir que le respetas y confías lo suficiente como para dejarle ver las cosas que para ti tienen un gran valor sentimental, enseñarle donde comes, donde duermes, donde te refugias... Por eso, comprender que la residencia de los Camilos era la casa de todas estas personas nos hizo a todos esforzarnos mucho por ser unos invitados a la altura de tan buenos anfitriones.

Por último aquel día fui consciente de lo realmente fugaz que es la vida, una vez leí que la vida era estar jugando en el parque, quedarse mirando al cielo , cerrar los ojos y tener que abrirlos porque una vocecilla te dice "disculpe señor, me pasa la pelota?" . Infancia, adolescencia, juventud, madurez y vejez; todas estas etapas tienen su parte buena, que hay que saber aprovechar al máximo para no perder ni un solo segundo.

Pero por desgracia la vejez, debido casi siempre a enfermedades o desgracias que te ha tocado vivir resulta la etapa más difícil de disfrutar y si a esto le sumas lo peor de todo... La soledad, es aún más complicado, pero gracias a Dios hay personas como las que conocimos en los Camilos, que dedican su vida, su tiempo y sus ganas a cuidar, alimentar, asear, escuchar y sobre todo ACOMPAÑAR a todos estos abuelitos que aunque estén un poco frágiles siguen siendo personas, con sentimientos, y que después de toda una vida, siguen llevando dentro a ese niño, adolescente, joven y adulto que una vez fueron.

Me quedé muy sorprendida con la labor, desinteresada de todas esas personas, y me encanta comprobar que a pesar de todo.... ¡Cuanta gente buena hay en el mundo!

Bárbara



 

 

 

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