“Para mí el voluntariado de ayer fue un verdadero regalo. Me encantó
poder disfrutar con los niños que sufren una realidad de la que no tienen
culpa. Me llenó de alegría cada una de sus caricias, risas o incluso llanto. Me
encantaría poder ir más a menudo y se lo recomiendo a cualquier persona. Es una
experiencia única para aprender a compartir el tiempo tan valioso que tenemos y
sobre todo es una lección de amor y de vida. Son niños con un alma especial y
hacen que vuelvas a casa con mucho más de lo que has podido darles”.
A.M.
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