Y
es en ese instante en el que te paras a pensar en las vueltas que da la vida,
que hoy estas aquí, pero que mañana no lo sabes, que unos días estas en lo más
alto y que otros sobrepasas los niveles del subsuelo, y vas a hacer un
voluntariado y tienes el deber de hacer sentir feliz a alguien en tus manos,
aunque solo sea por unos momentos, y sientes la obligación de dar las gracias
por todo lo que tienes, porque si, que a lo mejor nuestra vida no es la mejor
ni muchísimo menos, pero que tenemos la suerte de tener todo lo que
necesitamos, pero cuando llegas y la experiencia te llena y te das cuenta de lo
que de verdad ocurre en el mundo, maduras un poco más, maduras interiormente al
poder afirmar todas esas cosas de las que mucha gente habla y que hace poco
tiempo no podías ni afirmar ni negar. Te sientes bien y aprendes de la gente
que estás ahí, cada jueves, con el propósito de hacerte feliz, un poquito más
cada día, aprendes de ellas y sientes la necesidad de seguir ayudando.
Y si,
que muchas veces nos quejamos cuando no nos hacemos una idea de la suerte que
tenemos y cuando vas, y ves las sonrisas que te dan y la gratitud que te
ofrecen, puedes decir con total seguridad, de verdad que esto merece la pena.
Mi
experiencia el jueves fue muy positiva, porque ayudamos a preparar las cosas
que cada persona necesitaba, y cuando se lo entregabas, te regalan una sonrisa,
y te sientes bien contigo misma al saber que has ayudado un poquito a una
persona, que podrías ser tu perfectamente.
Laura D.
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